Esta segunda entrada sobre
Alicia Pérez Gil, en el marco del proyecto AdoptaUnaAutora, no va a ser como
tenía pensado en un principio. Después de presentar a la autora, la idea era
empezar a hacer un recorrido de su obra a lo largo del tiempo, empezando por
los orígenes, para así transmitir mejor su evolución literaria. Pero no, no va
a poder ser; porque en el camino se ha cruzado Barro.
Barro es la
última novela de Alicia y, al mismo tiempo, la primera que publica con una
editorial, la recién nacida Editorial Cerbero, que tengo el placer de compartir
con ella. Es, así mismo, el volumen que abre la colección "Argos" de fantasía en dicha editorial... Pero venga, empecemos por el principio.
Cuando decidí adoptar a Alicia, no sabía que iba a
publicar con Cerbero, así que poco tiempo después me encontré con que éramos compañeras. A mediados de mayo la editorial montó en Madrid una serie de eventos
en los que varios de los autores presentábamos nuestras obras y participábamos
en charlas; allí fue donde conocí a Alicia en persona. Pasamos un par de días
de aquí para allá, de encuentros con los lectores, de risas y de cañas. Y
compré su libro, por supuesto. Lo empecé a leer en el tren de regreso, agotada,
mientras me alejaba del bullicio y me acercaba a la autora. El resultado de todo ello es esta
pequeña crónica; la de un viaje llamado Barro.
Según la sinopsis de Cerbero, el libro se concreta en lo
siguiente:
“Alicia
sabe qué llevará consigo y qué no cuando sus padres deciden cambiar de casa.
Sin embargo, hay algunas cosas que quedan fuera de su alcance, como su hermana,
su gemela problemática recluida en un centro especial, la única persona a la
que quisiera tener a su lado en su nueva vida. Dispuesta a recuperarla,
emprende un viaje más allá de las fronteras de lo real, al otro lado de la
bruma de los sueños, donde cada uno de los objetos que ha guardado con ella
demostrará su auténtico poder. Y los necesitará, porque en el propio viaje se
verá despojada de todo lo que la convierte en Alicia, incluido su propio
nombre.”
Alicia, la protagonista, se llama igual
que la autora, pero no porque tenga nada que ver con ella (o sí), sino más bien
por analogía con la otra Alicia, la de Lewis Carroll, la que se sumerge en un
mundo de fantasía persiguiendo a un conejo blanco. Esta Alicia es una muchacha
con una vida familiar complicada, una madre exigente y manipuladora y una
realidad que podría ser la de cualquier chica ya salida de la adolescencia pero
aún con cierto carácter inmaduro. El primer tercio de Barro se dedica a presentarnos este escenario, repleto de hastío,
en el que la protagonista se mueve arropada por un grupo de amigos y con el
único propósito de acercarse a su hermana gemela, Lucía, recluida en un centro
a causa de sus problemas psicológicos. Aquí abundan los diálogos y las
referencias a una problemática familiar que se intuye mucho más profunda de lo
que se cuenta. Todo en Barro se
intuye mucho más profundo, y ese es en parte el encanto de la novela.
Tras la decisión de sus padres de mudarse de domicilio, Alicia toma la determinación
de visitar a su hermana, a la cual tiene prohibido incluso mencionar, al centro
en el que se encuentra internada. Se acerca al lugar acompañada de sus amigos, entre
bromas y nervios, consciente de que ese es un momento crucial en su vida; y poco después, todo cambia.
Vaya por delante que no creo ser yo la
lectora ideal de esta novela, porque nunca me he llevado demasiado bien con la
fantasía y porque tiendo a hacer una interpretación racional de todo lo que
veo. Y Barro no puede o no debe ser
leída bajo esos parámetros, ese es el principal aprendizaje que me llevo de
esta obra. Un buen amigo escribió hace poco en su blog que hay libros que no
deben ser analizados en base al sentido estricto de las palabras y que hay que
dejarse llevar por ellos para llegar a disfrutarlos por completo. Que hay que
envolverse en sus sensaciones y poner en un segundo plano otro
tipo de análisis más sesudos, trascendiendo incluso lo que el propio autor
quiere contarnos para llegar al fondo de lo que la obra nos cuenta a nosotros
como individuos. Eso tiene mucho que ver con la propia mochila que cargamos
cada uno de nosotros y que se incorpora (o no, eso ya es decisión de cada
lector) a la historia que nos están contando. Bien, pues Barro es una de esas obras, y lo que cuento a partir de ahora es lo
que ha surgido de mi interacción con ella.
Todo sucede en el centro en el que Lucía
había sido recluida. Allí, Alicia se sumerge, al igual que la Alicia de Carroll,
en un mundo en el que todo se vuelve simbólico y fantástico. Y al igual que en Alicia en el país de las maravillas, no
todo es allí claro y amable. Tras un primer intento de racionalizar su
situación, la protagonista se encuentra desorientada por completo en un entorno
del que desconoce las reglas y se da cuenta de que ni siquiera recuerda su
nombre. Es esa, la búsqueda de su propia identidad, la que se convierte en el eje sobre
el que gire toda la novela.
Primero contacta con un grupo de personas
que nunca responden a sus preguntas, pero que no paran de decirle “Nosotros
somos los buenos”. Estas personas también han perdido sus recuerdos, no saben
de dónde vienen ni por qué están allí, y tampoco recuerdan sus nombres. Parecen
estar asediando un poblado al que vigilan constantemente porque allí hay gente
(“los malos”) que tiene comida y no quieren compartirla con ellos. Así,
entramos con la protagonista en un dilema sobre el relativismo, nos preguntamos
con ella cuál es la verdad del asunto y comprendemos que su identidad en ese
momento se basa en la pertenencia al grupo y en el enfrentamiento a la gente
del poblado. Es un modelado de la identidad en base “al otro”, un mirarse en el
espejo no de lo que somos, sino del cómo interactuamos con el mundo y cómo este
nos devuelve nuestra imagen. Pero nuestra protagonista no se conforma y, tras
deshacerse de lo único que conserva de su pasado (un par de prendas de ropa),
decide abandonar el grupo y dirigirse hacia el poblado. Para mimetizarse con
esas otras personas, debe embarrar su cuerpo por completo y observar con
detalle cuáles son sus comportamientos. Vemos de nuevo la búsqueda desesperada
de la aceptación como herramienta de supervivencia.
La gente se comporta de manera muy
extraña en el poblado, donde el verdadero protagonista es el silencio, pero
poco a poco ella consigue entender sus esquemas. Descubre toda una jerarquía
social basada en la estética del arte y logra prosperar en ella. Tras una
escena enormemente simbólica en la que el barro seco que la cubre se
resquebraja (de nuevo queda expuesta ante el mundo), es trasladada a Ciudad
Jesh, un lugar donde se le da un nombre y se la instruye junto a otros
estudiantes para formar parte de la élite. Allí se dedica a trabajar el barro,
elemento clave en el proceso de construcción de su identidad a lo largo de toda
la historia, hasta que se da cuenta de que también allí hay algo que falla; el
continuo parloteo y la superficialidad de Ciudad Jesh producen su propia
decadencia, que devora el lugar de manera lenta pero continua. Es entonces
cuando la muchacha entra en una etapa de introspección, la verdadera búsqueda
de sí misma, y conecta con su pasado. Emprende la tarea de salvar la ciudad y
encuentra así una extraña redención que concluirá con la mayor de las
recompensas; el encuentro consigo misma.
![]() |
Alicia Pérez Gil, presentando Barro en la Feria del Libro de Tres Cantos |
No sé si todo esto que acabo de contar es
acertado o es una auténtica locura. No tengo ni idea. La impresión que me ha
quedado tras la lectura de Barro es
muy clara; me he perdido algo. Y no un “algo” pequeño e insignificante, ni
tampoco un “algo” imprescindible y determinante; me he perdido un “algo” extra, que
flota entre las páginas y que no he sabido agarrar por empecinarme en leer de
una cierta manera. Por buscar significados, por intentar encajar piezas, por
analizar situaciones. Y Barro no
funciona así. Barro te habla en otro
nivel, uno mucho más intuitivo y simbólico que se escapa en cuanto intentas
racionalizarlo. Por eso sé que tengo que leerla de nuevo, en algún momento, y
dejarme llevar desde el principio. Porque es esta una novela que genera una caja de resonancia en la cabeza, como sucede con las buenas obras de arte.
Por cierto, y para terminar, decir que
esta novela, en palabras de la misma autora, pertenece a una trilogía que verá
la luz por completo en la propia editorial Cerbero. La segunda entrega será una
novela de ciencia ficción, y la tercera, de terror. Y hasta ahí puedo leer.